miércoles, 24 de noviembre de 2010

Pathetique

Siempre dije que quería una mujer inteligente. Me pavoneaba de buscar en la mujer un alto coeficiente intelectual, en lugar de un buen trasero o pechos grandes. Tuvo que abrirme los ojos un colega. Me hizo ver que las mujeres inteligentes eran peligrosas y que las estúpidas eran la mejor opción. Comencé mi relación con ella un par de meses después de aquella conversación. Hubo mucho sexo y muchas exigencias, nuestras conversaciones eran limitadas pero no importaba, continuamente se quejaba de mis libros, del cine de arte, de las partituras, de los números o de la gramática, pero tampoco importaba. Y aún así, ella me dejó.

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