jueves, 28 de febrero de 2008

Last time you will cry (for a man)

Calma nena, dame tu mano y toma mis brazos en tus caderas, no llores, que me inhundas de ternura la postura de firmeza. No camines, vuela, quiero ver tus puntas despegando del piso, no más cristales rompiendo el linóleo, sonríe mami, sonríe para mi...
Deja que deslize mis labios por tus mejillas, tu pecho y tu vientre, deja que te beba un beso para que pruebes la dulzura del carmín. Mírame a los ojos, no pretendas que soy un príncipe que te salvará del dragón de la decepción, soy una princesa... no! una sierva que se muere por morder tus miedos, por atravesarte el alma. Abre tu mente, cierra tus piernas que a mí no me debes nada.

lunes, 25 de febrero de 2008

His first her time.

No era la primera vez de Claudia, tampoco sería la última. Ella no estaba borracha, pero había bebido algunas cervezas y un shot te tequila, se había desnudado completamente y deseaba terminar con aquello antes de las 2a.m. Ernie le pidió que dejara el asiento de atrás por un minuto. No podía dejar de verla, jamás había visto una fuera de pantalla y agradecía a Dios (o al Diablo) haber ido a ese lugar por presión de sus amigos.
Frente al desconcierto de Claudia, el muchacho tendía algunas mantas, súeteres y bufandas en el asiento de atrás a fin de hacerlo lo más cómodo posible. Se dirigió a Claudia y con voz temblorosa le dijo : ¨Si quieres.. te puedes arrepentir... ¨ y reía nerviosamente. La jovencita sonrió con compasión, regresó al asiento de atrás, invitó a su compañero a entrar y cerrar la puerta del auto. Nadie los molestaría, el guardia dormía en la caseta y las personas en el bar atendían una riña...

Una vez adentro, el joven comenzó a temblar, sus lentes le resbalaban por la nariz y sus manos parecían amarrarse y desamarrarse. Claudia sintió algo de ternura, pero a la vez le cansaba la espera, así que lo abrazó para romper la tensión. Ernie, al sentir los pechos de aquella mujercita, más que una erección, tuvo una corriente de adrenalina que lo llevó a susurrar un Te amo al tiempo que ella lo desvestía.

Conforme Claudia quitaba cada una de las prendas, descubría un escuálido y pálido cuerpo de niño alto, a sus 17 años, carecía de vello en las axilas y en el pecho. El muchacho no dejaba de temblar y se había resistido a quitarse los anteojos. Claudia trató de animarlo con caricias bajas y besos prohibidos, pero sólo consiguió ponerlo más nervioso.

Cuando ella al fin se dio por vencida y estaba decidida a vestirse, sintió una mano que la detuvo:
¨no te vayas, sé que tienes miedo, pero yo trataré de hacerlo con mucho cuidado para no lastimarte, es que, yo te amo¨ La mujer ahogó una carcajada y se acercó a él, puso aquellas manos flacas en su cintura y aparentó timidez. Ernie la ayudó a recostarse en el asiento mientras la acariciaba dulcemente, remarcaba con sus yemas la figura de mujer, la besaba, le besaba las ganas y le saciaba las ansias. Ella no podía más que disfrutar, ni siquiera se preguntó si aquel autista era experto o si había aprendido todo aquello de las películas pornográficas. No hubo penetración. Ël no era capaz de lastimarla, se sentía culpable de por sí, por haber hecho todo aquello en un auto y no en una cama cubierta de rosas, en una cabaña privada, cuyas escrituras estuvieran a nombre del Ingeniero David Ernesto Cobos Arredondo.

Al abrir los ojos, impulsada por una caricia en su rostro, Claudia se econtró vestida, satisfecha y confundida.